Poema: Capítulos ocultos

A veces, la historia se estanca.
Las páginas se vuelven predecibles,
y uno aprende a vivir entre líneas
como si eso fuera todo.

Pero hay personajes que irrumpen sin anuncio,
sin aspavientos ni escenas brillantes.
Y de pronto, algo cambia.

No llevan capa,
no escriben discursos,
pero su presencia
tiene la fuerza de un punto y aparte.

Llegan, y sin querer,
le dan un matiz de esperanza
a una narrativa que parecía agotada.
Nos hacen mirar atrás
y encontrar capítulos
que nunca habíamos leído.

Mientras creíamos que el guión estaba sellado,
ellos abren puertas a márgenes amplios,
a escenas donde valemos,
donde somos escuchados
y hasta celebrados.

Entonces, uno quiere quedarse ahí,
en ese nuevo ritmo.
Quiere correr las estacas,
ensanchar la cabaña,
y dejar que la vida se comparta
con autenticidad,
con risas raras,
con silencios cómodos,
con diferencias que no separan.

No todos tienen un rol principal,
pero algunos tienen el don
de recordarnos que nuestra historia
aún se está escribiendo.

Y lo más profundo: nada de esto es casual.
Cada línea nueva,
cada persona que aparece como si fuera al azar,
es parte de la obra de Dios,
el Autor que nunca soltó la pluma.

Él sigue añadiendo valor, esperanza y libertad
en cada nueva página
que escribe con Su mano fiel,
dirigiendo la historia
hacia su propósito perfecto.


Postdata:
Para quienes, sin saberlo,
fueron páginas nuevas en mi historia.
Puentes entre capítulos.
Notas al margen que dieron sentido.
Faros sutiles en escenas oscuras.
Gracias por aparecer justo a tiempo.
Fueron evidencia viva
de que Dios aún escribe.

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