El poder de nuestras palabras: Usando nuestras redes sociales con responsabilidad

Muchos crecimos en ambientes eclesiales donde el altar se utilizaba para lanzar indirectas, acusar y corregir públicamente, a menudo a costa de la sanidad emocional de muchos. Pensamos que eso ha cambiado, que somos diferentes. Pero, ¿realmente ha cambiado la mala costumbre o solo ha cambiado el método? Antes, el líder tenía el control del altar; ahora, con las redes sociales, todos tenemos un gran podio para dar discursos de fe.

¿Estamos usando ese privilegio con responsabilidad? Lo que decimos tiene un gran poder, y es aún más peligroso cuando afirmamos que hablamos respaldados por Dios. ¿Realmente lo que decimos representa a Dios? Santiago 3:1 nos advierte: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación”. Es triste ver cómo, en lugar de trabajar y procesar personalmente lo que Dios nos dice, lo extrapolamos hacia otros.

Hay una gran responsabilidad en esto. Mirar hacia adentro primero ayuda mucho antes de decidir si debemos compartir algo. Proverbios 29:20 dice: “¿Has visto hombre ligero en sus palabras? Más esperanza hay del necio que de él”. Un momento de insensatez religiosa puede herir a personas y alejarlas de Dios. La Palabra de Dios por sí sola tiene poder; dejemos que la Palabra hable sin que nosotros obstruyamos el proceso.

En lugar de despotricar en las redes sociales, valoremos sentarnos a hablar con las personas. Así no solo entenderemos sus situaciones, sino que también identificaremos cómo podemos ayudarlas. Proverbios 15:1 nos recuerda: “La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor”. Al final, lanzar indirectas en las redes no construirá nada, pero si nos involucramos, nos interesamos y nos comprometemos a mostrar la gracia de Dios, podemos edificar mucho.

La misión de la iglesia siempre ha sido la misma: incluir a aquellos que, si nos dedicamos a herir, no podrán escucharnos cuando intentemos restaurarlos. Efesios 4:29 dice: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”. Recordemos que nuestra responsabilidad es amar, edificar y mostrar misericordia, reflejando el verdadero carácter de Dios.

Las redes sociales: Un arma de doble filo

Las redes sociales han transformado radicalmente la manera en que nos comunicamos y compartimos nuestras ideas. Tienen el poder de conectarnos con una audiencia global en segundos, pero también pueden convertirse en un campo de batalla donde las palabras pueden causar un daño considerable. Es fundamental que comprendamos el impacto que nuestras palabras pueden tener cuando las publicamos en línea, especialmente cuando decimos hablar en nombre de Dios.

Jesús nos enseña en Mateo 12:36-37: “Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”. Esta advertencia nos invita a reflexionar sobre la seriedad de nuestras palabras y a utilizarlas con sabiduría y amor.

La importancia del diálogo personal

El apóstol Pablo nos da un ejemplo de cómo abordar los conflictos y las correcciones en su carta a los Gálatas 6:1: “Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre; considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. Este enfoque nos recuerda que la corrección debe hacerse en privado, con amor y humildad, siempre buscando la restauración y no la condena.

En lugar de usar las redes sociales para lanzar indirectas o acusaciones, deberíamos buscar oportunidades para dialogar personalmente con aquellos con quienes tenemos diferencias. Este enfoque no solo es más eficaz, sino que también refleja el amor y la misericordia de Dios. Al sentarnos a hablar con las personas, no solo entenderemos mejor sus situaciones, sino que también podremos ofrecer ayuda y apoyo de manera más efectiva.

Edificando con nuestras palabras

Las palabras tienen el poder de edificar o destruir. En Proverbios 18:21 leemos: “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos”. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a usar nuestras palabras para edificar y alentar a los demás. Esto significa ser intencionales sobre lo que decimos y cómo lo decimos, asegurándonos de que nuestras palabras reflejen el amor y la gracia de Dios.

Una forma práctica de hacerlo es enfocarnos en la edificación y la alabanza en nuestras comunicaciones. Filipenses 4:8 nos aconseja: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. Al aplicar este principio, podemos transformar nuestras interacciones, tanto en línea como en persona, en oportunidades para edificar y alentar a los demás.

El poder de nuestras palabras es inmenso. Como creyentes, tenemos la responsabilidad de usarlas con sabiduría y amor, reflejando el carácter de Dios en todas nuestras interacciones. Ya sea en el altar, en las redes sociales o en nuestras conversaciones diarias, debemos recordar que nuestras palabras tienen el poder de edificar o destruir. Al elegir la edificación, la alabanza y la restauración, cumplimos con nuestra misión de amar y servir a los demás, mostrando la gracia y la misericordia de Dios a un mundo que tanto lo necesita.

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1 Comment

  1. Damaris
    July 23, 2024

    Gracias por recordarme que con mis palabras yo bendigo o maldigo; gracias por refrescarme esta palabra. “ todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” Gracias

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