¿Alguna vez has compartido algo que te preocupaba y te han respondido con un “No es para tanto” o “Estás exagerando”? Esos comentarios, aunque no necesariamente se dicen con mala intención, pueden hacerte sentir invisible, como si lo que sientes no importara. A esto le llama invalidación emocional, y es más común de lo que creemos.
La invalidación ocurre cuando tus emociones o experiencias son ignoradas, minimizadas o desestimadas. Puede ser un comentario rápido, un gesto de desinterés o incluso un silencio incómodo. Aunque no siempre es intencional, este tipo de respuestas puede lastimar profundamente, erosionando la confianza en los demás y, peor aún, en ti mismo.
¿Cómo se siente la invalidación?
La invalidación no siempre es obvia. A veces se esconde detrás de frases que parecen inofensivas, pero que en realidad transmiten un mensaje claro: “Tus emociones no son válidas”. Aquí hay algunos ejemplos cotidianos:
- Restar importancia: “Hay problemas más grandes que ese”.
- Interrumpir o cambiar de tema: Justo cuando intentas abrirte, la conversación se desvía.
- Dar soluciones sin escuchar: “Haz esto y se resolverá”, sin antes permitirte expresar lo que sientes.
- Respuestas automáticas: Un “Te entiendo” vacío, sin conexión real.
Estas acciones, aunque pequeñas, pueden hacerte sentir incomprendido, como si tus emociones no tuvieran valor. Y, con el tiempo, esto puede llevarte a dudar de ti mismo o a cerrarte emocionalmente.
Validar un acto de amor y responsabilidad
Validar a alguien no es solo decir “te entiendo”. Es un esfuerzo genuino por escuchar, observar y reconocer lo que el otro está sintiendo. Es como decirle a esa persona: “Veo tu dolor, tu alegría, tu frustración, y está bien que lo sientas”.
Esto es lo que llamamos responsabilidad afectiva: el compromiso de cuidar cómo nuestras palabras y acciones impactan a los demás. No se trata de estar de acuerdo con todo lo que el otro siente, sino de respetar su experiencia emocional.
Por ejemplo, en lugar de decir:
- “No te preocupes, todo estará bien”,
Podrías intentar:
- “Entiendo que esto te está afectando. ¿Cómo puedo apoyarte?”
La diferencia es enorme. Una frase vacía puede hacer sentir al otro invisible, mientras que una pregunta sincera le dice: “Estoy aquí para ti”.
Los efectos de la invalidación:
Cuando una persona es invalidada constantemente, puede empezar a experimentar:
- Inseguridad emocional: “¿Estoy exagerando? ¿Mis sentimientos son válidos?”
- Aislamiento emocional: “Prefiero no hablar, total, nadie me entiende”.
- Conflictos espirituales: “Si Dios me ama, ¿por qué siento que mis emociones no importan?”
La invalidación no solo afecta nuestras relaciones con los demás, sino también nuestra relación con nosotros mismos y, en muchos casos, con Dios.
Cómo validar de manera genuina
Validar no es algo que salga naturalmente para todos, pero es una habilidad que podemos aprender y practicar. Aquí te dejo algunas ideas para empezar:
- Escucha con el corazón: Deja que la persona hable sin interrupciones. A veces, solo necesitamos que alguien nos escuche de verdad.
- Reconoce lo que siente: “Debe ser difícil pasar por eso”. Esta simple frase puede hacer que alguien se sienta visto y comprendido.
- Evita minimizar: Incluso si no compartes su perspectiva, no restes importancia a lo que siente.
- Pregunta cómo ayudar: En lugar de asumir, pregunta: “¿Qué necesitas en este momento?”.
Un llamado a construir mejores relaciones
En un mundo donde todo va rápido, donde las conversaciones se reducen a mensajes de texto y las emociones a emojis, validar a alguien es un acto revolucionario. Es decirle al otro: “Eres importante para mí, y lo que sientes también lo es”.
Validar no es solo un gesto de amabilidad; es una forma de amor. Es construir puentes en lugar de muros, es crear espacios seguros donde las emociones puedan fluir sin miedo al juicio o al rechazo.
Así que, la próxima vez que alguien comparta algo contigo, recuerda: tus palabras tienen el poder de sanar o de herir. Elige sanar. Elige validar.
Reflexiona
- ¿Alguna vez te has sentido invalidado? ¿Cómo te hizo sentir?
- ¿Cómo puedes practicar la validación en tus relaciones diarias?
- ¿Qué pasaría si empezamos a tratarnos con más empatía y menos juicio?
La validación no es solo un regalo para los demás; también es un regalo para ti. Porque cuando validamos, creamos un mundo donde todos nos sentimos un poco más vistos, un poco más amados.