Aun en medio del silencio, hay una voz que te llama.
En el ruido de las dudas y los miedos, hay un amor que permanece.
No importa cuán pesado sea el día, cuán largas sean las noches: hay esperanza.
Eres visto, incluso en el rincón más oculto de tu alma.
Cada lágrima que has derramado ha sido recogida con ternura.
No eres un error, no eres un olvido, eres una obra perfecta en proceso.
Aun cuando las palabras no alcanzan a salir, Él escucha.
Aun cuando no encuentras fuerzas para seguir, Él camina contigo.
Aun cuando el silencio parece un grito ensordecedor, Él habla a tu corazón.
Tu vida tiene un propósito, aunque hoy no lo veas.
Eres parte de un plan eterno, diseñado por manos llenas de amor.
Eres importante, no por lo que haces, sino por lo que eres: amado, escogido, valioso.
Cuando crees que nadie nota tu lucha, Él la conoce.
Cuando piensas que nadie escucha, Él guarda cada palabra no dicha.
Eres visto, no por lo que aparentas, sino por quien realmente eres: un tesoro, una obra maestra.
Cada latido de tu corazón es prueba de que hay propósito en ti.
Fuiste formado con cuidado, con intención, con un diseño eterno.
Tu historia no se define por los capítulos oscuros;
se define por las manos que la escriben.
Y esas manos no se cansan, no se equivocan, no se detienen.
Hoy, aunque no lo sientas, hay esperanza.
Aunque el camino sea difícil, no estás solo.
Tu vida tiene propósito porque el Creador del universo te sostiene y te llama por tu nombre.
Levanta tus ojos, aun con lágrimas, y verás que Él nunca te ha dejado.
Aun en el quebranto, hay belleza en lo que Él hará.
Tu vida importa, y cada día que respiras es una prueba de que Él sigue obrando en ti.
Hoy es un nuevo día, lleno de misericordia y gracia.
Tu historia no ha terminado, aunque el presente parezca incierto.
El Autor de la vida sigue escribiendo, con amor en cada línea.
Y mientras lo hace, Él susurra a tu corazón: “Te amo, y estoy contigo”.